"Se cree que murieron 6.844 religiosos: 12 obispos, 283 monjas, 4.184 sacerdotes y 2.365 monjes" (1).


"Muchos de estos crímenes estuvieron acompañados de una frívola y sádica crueldad. Por ejemplo, al parecer, el párroco de Torrijos, Liberio González Nonvela, dijo a los milicianos que lo hicieron prisionero: «Quiero sufrir por Cristo.» «¡Ah!, ¿si? - le contestaron -, pues entonces morirás como Cristo.» Lo desnudaron y lo azotaron despiadadamente. Luego cargaron un tronco sobre las espaldas de su víctima, le dieron a beber vinagre y lo coronaron de espinas. «Blasfema y te perdonaremos», decía el jefe de los milicianos. «Yo soy quien os perdona y os bendice», contesto el sacerdote. Los milicianos discutieron como lo matarían. Algunos querían crucificarlo, pero al final lo mataron a tiros. Su última voluntad fue morir de cara a sus torturadores, para poder bendecirlos. 

El obispo de Jaén fue asesinado con su hermana por una miliciana apodada «la Pecosa» ante una multitud alborozada de dos mil personas, cerca de Madrid, en un terreno pantanoso conocido con el nombre de «el pozo del tío Raimundo». Los obispos de Guadix y Almería fueron obligados a fregar la cubierta del buque prisión Astoy Mendi antes de ser asesinados cerca de Málaga. El obispo de Ciudad Real fue asesinado mientras trabajaba en una historia de Toledo. Después de fusilarlo, destruyeron su fichero de 1.200 fichas. Una monja fue asesinada porque rechazo la proposición matrimonial que le hizo uno de los milicianos que irrumpieron en su convento de Nuestra Señora del Amparo, en Madrid. El «Comité de la sangre» de El Pardo, en las afueras de Madrid, se fue emborrachando con vino de misa mientras sus miembros juzgaban al párroco. Uno de los milicianos se afeito utilizando el cáliz para mojar la brocha. Hubo casos aislados de monjas violadas antes de ser ejecutadas. En la calle María de Molina de Madrid, fue abandonado el cadáver de un jesuita con un letrero colgado del cuello en el que se leía: «Soy un jesuita». En Cervera (Lérida), a unos monjes les metieron cuentas de rosario en las orejas hasta que les perforaron los tímpanos. En Barcelona, la exposición de los cuerpos exhumados de diecinueve monjas salesianas atrajo a grandes muchedumbres. A Antonio Díaz del Moral, en Ciempozuelos (cerca de Madrid), lo encerraron en un corral lleno de toros de lidia, que lo cornearon hasta dejarlo inconsciente. Después le cortaron una oreja, a imitación de la amputación de la oreja del toro que se hace en honor del torero, después de una buena faena. A menudo se pasearon orejas de sacerdotes. Algunas personas fueron quemadas, y otras enterradas vivas, después de verse obligadas a cavar su propia tumba. En Alcázar de San Juan, a un joven que se distinguía por su piedad le arrancaron los ojos. En esta provincia de Ciudad Real, los crímenes fueron realmente atroces. A la madre de dos jesuitas la obligaron a tragarse un crucifijo. Ochocientas personas fueron arrojadas al pozo de una mina. A menudo, el momento de la muerte era acogido con aplausos, como si se tratara del momento de la verdad en una corrida. Luego venían los gritos de «¡Libertad! ¡Muera el fascismo!». Mas de un sacerdote se volvió loco ante estas atrocidades. Un párroco de Barcelona se paseo varios días enloquecido antes de que le pidieran su carnet sindical. «¿Que necesidad tengo de carnet? Soy el párroco de San Justo», contesto sin pensar . La matanza de los miembros de la Iglesia de Cataluña y Aragón dejó atónitos a muchos de los habitantes de estas dos regiones. Casi nadie sospechaba que el anticlericalismo fuera tan grande. Al fin y al cabo, desde 1931 allí no se había quemado ninguna iglesia.

En todo el país, la gente ya no decía «adiós», sino siempre «salud». Incluso un hombre llamado Fernández de Dios escribió al ministro de Justicia preguntando si podía cambiar su apellido por el de Bakunin, porque «no quería tener nada que ver con Dios» ". «¿Sigues creyendo en este Dios que nunca habla y que no se defiende ni siquiera cuando son quemados sus imágenes y sus templos?. Reconoce que Dios no existe y que vosotros, los curas, sois todos unos hipócritas que engañáis al pueblo». Estas preguntas se formularon en innumerables ciudades y pueblos de la España republicana. En ningún momento de la historia de Europa, y quizás incluso del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra la religión y todas sus obras. 

.../...

Desde luego, el número de muertos entre los seglares fue muy superior al de los eclesiásticos. Cualquiera de quien se sospechara que sentía simpatía hacia el alzamiento nacionalista estaba en peligro. Al igual que entre los nacionalistas, las circunstancias irracionales de una guerra civil hacían imposible discernir que era traición y qué no lo era. Morían personas ilustres, y a menudo sobrevivían personas indignas. En la Andalucía oriental, los camiones de la CNT llegaban a los pueblos y ordenaban a los alcaldes que entregaran a los fascistas de la localidad. A menudo los alcaldes tenían que decir que todos habían huido, pero muchas veces había alguien que informaba a los terroristas, diciéndoles cuales de los ricos del pueblo que seguían allí; entonces estos eran detenidos y fusilados en un barranco próximo. En la mayoría de los casos, los muertos fueron labradores denunciados por personas que les debían dinero. Haber apoyado a la CEDA o ser miembro de la antigua policía catalana de la época de Martínez Anido, el Someten, bastaba para ser fusilado en Sitges (Barcelona). Haber sido miembro de la Falange era fatal en casi todas partes, aunque muchos escaparon gracias a la negligencia o el arrepentimiento de quienes los habían detenido. .../... En las zonas rurales, a menudo la revolución consistió básicamente en el asesinato de los miembros de la clase alta o la burguesía. Y así, la descripción que hace Ernest Hemingway en su novela "Por quien doblan las campanas" de como los habitantes de un pueblo golpean primero a los hombres de la clase media y luego los arrojan por un precipicio se aproxima a la realidad de lo que ocurrió en la famosa ciudad andaluza de Ronda (aunque de lo ocurrido fuera responsable una banda de Málaga). Allí fueron asesinadas 512 personas el primer mes de la guerra. En Guadix, un grupo de jóvenes terroristas de ideas más o menos anarquistas se apoderó de la ciudad y mato bastante indiscriminadamente durante cinco meses.

En las grandes ciudades, donde los enemigos potenciales eran más numerosos, se utilizaron procedimientos más sofisticados. Los partidos políticos de izquierdas crearon unos cuerpos de investigación que se enorgullecían de llamarse a si mismos, siguiendo el modelo ruso, con el nombre de «checas». Solamente en Madrid, había varias docenas. Estos primeros días de la guerra civil en las ciudades republicanas se caracterizaron por la aparición de un verdadero laberinto de grupos diferentes, todos ellos con poder para decidir sobre la vida y la muerte, y cada uno responsable ante un partido, un departamento del Estado, o un simple individuo. Las diferentes checas a veces se consultaban unas a otras antes de llevar a sus víctimas a «dar un paseo». (El lenguaje procedía de Hollywood; un reflejo de la gran cantidad de cines construidos en tiempos de Primo de Rivera). Pero no siempre se respetaba esta formalidad. Los interrogatorios de los sospechosos a menudo se desarrollaban entre insultos y amenazas. A veces, el jefe de la checa enseñaba al acusado un carnet a cierta distancia, para hacerle creer que se trataba de su carnet de afiliado a un partido hostil al Frente Popular.






Milicianos disfrazados con vestiduras religiosas tras el saqueo de una iglesia.




Las sentencias de muerte de estos «tribunales» se indicaban en los documentos correspondientes con la letra «L» de libertad seguida de un punto. Esto significaba que el prisionero debía ser ejecutado inmediatamente. De esta tarea se encargaban brigadas especiales, con frecuencia compuestas por antiguos delincuentes.

Quizá la checa mas temida de Madrid era la conocida con el nombre de «la patrulla del amanecer», por la hora en que llevaba a cabo sus actividades. Pero no había mucha diferencia entre esta banda y la «brigada de investigación criminal», dirigida por un antiguo impresor y ex-dirigente juvenil comunista, Agapito García Atadell, quien, al parecer con el beneplácito de las autoridades, instaló su «checa antifascista» en un palacio de la Castellana. Ambos grupos utilizaron los archivos del ministerio de la Gobernación para facilitar su tarea persecutoria con los miembros de los partidos de derechas. (La Falange había destruido su lista de miembros; pero los carlistas y la UME no.)"

Hugh Thomas, "La guerra civil española".



El historiador Hugh Thomas hace este elato de la persecución religiosa en la zona republicana en "La guerra civil española". A lo largo de su obra hay también referencias a la represión en la zona nacional pero no se encuentra ningún caso comparable en "sadismo y crueldad" al protagonizado por la milicias de izquierdas. Resulta paradójico que uno de los caballos de batalla de la reciente "ley de memoria histórica " que pretende supuestamente "hacer justicia" a los combatientes republicanos sea rescatar "las fosas de los muertos abandonados para darles un entierro digno", cuando muchos de sus defendidos milicianos se dedicaron a profanar y a exponer al regocijo público las sepulturas de numerosas Iglesias y conventos.

La izquierda actual afirma que se trataron de desmanes de incontrolados en medio de una situación convulsionada por la guerra, pero no se sostiene como ya han demostrado entre otros Pío Moa. Primero porque en muchos casos las autoridades de la República y del Frente Popular permanecieron pasivas, cuando no colaboraron activamente en los sucesos. Segundo porque este "odio fanático a la religión" no aparece de repente, es una semilla sembrada y alimentada durante años por el anticlericalismo radical de los dirigentes e ideólogos anarquistas, comunistas, socialistas y jacobinos desde sus tribunas, publicaciones y emisoras de radio. Tercero porque desde el inicio de la II República fue una práctica sistemática atacar a la Iglesia, el régimen se puso en marcha con el incendio de edificios religiosos, durante la insurrección de Asturias de octubre de 1934, fueron asesinados 34 religiosos y seminaristas y entre las elecciones del 16 de febrero al 18 de julio del 36, 17 sacerdotes perdieron la vida. La secularización de cementerios, la disolución y expulsión de los jesuitas, la prohibición de la enseñanza católica, la justificación de la violencia anticristiana....

Se dice que la Iglesia desde el principio tubo una actitud hostil a la república conspirando contra ella, lo cierto es que a pesar de los numerosos ataques sufridos siempre mantuvo una actitud de serenidad. También se le acusa de estar al lado de "ricos y poderosos", pero los incendios de 1931 se dirigieron, no por casualidad, contra centros de formación profesional o escuelas salesianas de obreros, porque los perseguidores consideraban tales actividades como un intromisión en un campo que consideraban exclusivamente suyo. La Iglesia sostenía una red de asilos de ancianos y desvalidos, asistencia a enfermos, centros de enseñanza a jóvenes sin recursos... acciones más apreciables en un tiempo en que apenas existía seguridad social, acciones que no hacía nadie o casi nadie. La actitud de los religiosos ante los ataques llegó a su última consecuencia durante la guerra, frente a la tortura y el asesinato ofrecieron perdón. "¿Qué otra institución o grupo social podría presentar un balance semejante de sacrificio y reconciliación, se compartan o no sus ideas?".(2)

Cuando se afirma que el alzamiento nacional del 36 fue un golpe de estado "fascista" contra la "legalidad republicana" que tenía "la legitimidad" tampoco se sostiene. Si realmente el levantamiento fue obra de un "militar de golpista" contra la "normalidad democrática", ¿porqué en la zona republicana se persiguió sistemáticamente a los políticos de la CEDA y derechistas en general, además de falangistas y carlistas, se cerraron las sedes de todos los partidos contrarios al Frente Popular y se prohibieron sus actividades, además de apropiarse de los periódicos conservadores como "ABC"?, ¿porqué se persiguió la religión?. Estos atropellos, aunque existiese una amenaza "golpista", no fueron obra de unos incontrolados y desde luego se alejan de lo que se podría llamar "normalidad democrática". La "legalidad" hubiera sido que el gobierno afrontara el golpe de estado sin que afectara a la vida política, ni a los partidos, personas y congregaciones religiosas que en principio no estaban relacionadas él, igual que sucedió en el intento de golpe socialista de 1934.

Pero no fue así, aunque nos quieran convencer los progresistas de que existía una "normalidad alterada por la guerra", se ha demostrado que desde el principio las izquierdas no tuvieron la intención de respetar las "reglas del juego". Empezando por no respetar las creencias religiosas de la mayoría de los españoles intentando imponer agresivamente sus ideas anticristianas. Las sublevaciones de octubre del 34 promovidas por el PSOE contra el gobierno "legitimo" cuando perdieron el poder. El asesinato e intento de asesinato de los líderes de la oposición....







Madrid, octubre 1936. Cartel dedicado a Stalin instalado como motivo de la semana dedicada a la Unión Soviética.


Iniciada la guerra, dentro de esta "normalidad republicana" se realizó en Madrid una "semana homenaje" a la Unión Soviética, se pusieron grandes retratos de José Stalin en la calles madrileñas (la de la Puerta de Alcalá es memorable) y cambiaron el nombre de la Gran Vía que pasó a llamarse "Avenida de la Unión Soviética" (antes "de Rusia"). También dentro de la "normalidad" impusieron en el ejército regular de la República la figura del "comisario político" y los soldados cambiaron el saludo militar por el de levantar el puño acercándoselo a la cabeza. Se envió el famoso oro a Moscú y recibimos asesores militares y numeroso armamento ruso. Es más que probable que de haber perdido la guerra los nacionales, España hubiera sido la segunda "dictadura del proletariado" después de la URSS. ¿Cómo explica esta deriva prosoviética un régimen supuestamente democrático que reclama "la legitimidad"?.

A el ABC de Madrid se le impuso el subtítulo de "republicano de izquierdas" durante toda la guerra hasta que las tropas de Franco entraron en la capital y fue devuelto a sus dueños, los sacerdotes y personas religiosas dejaron de estar perseguidos y pudieron salir de sus escondites. Porque al modo del diario de Ana Frank ó "El pianista" de Roman Polanski, hubo en ciudades como Madrid sacerdotes, religiosos y religiosas escondidos en casa particulares durante toda la guerra sin poder salir a la calle por miedo a ser represaliados, pasando casi siempre privaciones con los escasos alimentos disponibles, ¿va a reconocer la llamada memoria histórica estos sucesos?.

El alzamiento nacional no fue "un golpe de estado" contra "una legitimidad", fue entre otras cosas una lucha entre los defensores y los destructores de la religión, aunque no fuera en general la intención inicial del alzamiento un motivo religioso, pero a las personas religiosas no se les dio opción a poder elegir y se trató de estar perseguidos ó ponerse a salvo. Como ya había ocurrido en otros lugares en Europa y en México por ejemplo y que luego se iba extender allí donde llegó el comunismo; Camboya, Vietnam, Cuba, Corea del Norte, China, Mongolia, Europa oriental... un cara a cara más entre los valores religiosos de las sociedades y el comunismo ateo que se prolongó durante casi todo el siglo XX, principalmente hasta la caída del muro de Berlín. Por eso entre otras razones le resultó luego fácil al régimen de Franco ponerse al lado del bloque que se enfrentó al poder soviético. Es hasta cierto punto paradójico que quienes quieren condenar al franquismo en nombre de la libertad fueran afines a la Rusia soviética durante la guerra civil y el franquismo luego fuese aliado de los países del mundo libre durante la guerra fría. Se sabe que al Partido Comunista de España le ayudaba económicamente la URSS y Santiago Carrillo hasta que volvió en los años 70 residió en países de ese bloque, el que tenía tiranizada a media Europa, y sin embargo recibe homenajes.

Pensamos que la memoria histórica debería reconocer que las personas; sacerdotes, laicos... dejaron de padecer persecución por motivo de ser católicos con el franquismo, y que se dejó de destruir templos y al contrario muchos fueron reconstruidos como el Cerro de los Ángeles cerca de Madrid. Y también desaperecieron leyes y medidas anticlericales que en la República marginaban a la religión por ejemplo de la enseñanza, si se trata de buscar la verdad.


"la clase trabajadora española no resistió a Franco en nombre de la democracia y el status quo, como podíamos haberlo hecho nosotros en Inglaterra; su resistencia fue acompañada de un estallido revolucionario definido, y casi podría decirse que este fue su carácter. Los campesinos se apoderaron de la tierra; los gremios se hicieron cargo de muchas fabricas y la mayor parte del transporte; se arrasaron iglesias y se expulso o mato a los sacerdotes. El "Daily Mail", pudo presentar a Franco como a un patriota que liberaba a su tierra de las hordas de "rojos malvados"... "Resultaría muy difícil creer que los anarquistas y socialistas, que formaban la columna vertebral de la resistencia, hacían todo eso a fin de preservar la democracia capitalista la cual, especialmente desde el punto de vista anarquista, no era mas que una maquinaria centralizada de estafa"... "De hecho en España no se desarrollaba una mera guerra civil, sino el comienzo de una revolución. Esta es la situación que la prensa antifascista fuera de España ha tratado especialmente de ocultar. Toda la lucha fue reducida a una cuestión de "fascismo versus democracia" y el aspecto revolucionario se silencio hasta donde Ie fue posible".

George Orwell, Cataluña 1937.


(1). Se trataba de los obispos de Jaén, Lérida, Segorbe. Cuenca, Barcelona, Almería, Guadix, Ciudad Real y Tarragona (obispo sufraganeo), el administrador apostólico de Barbastro que era obispo titular de Epiro, y el administrador apostólico de Orihuela, que tenía categoría de obispo. El obispo de Teruel fue asesinado en Cataluña en 1939. 

(2). Pío Moa, Los mitos de la guerra civil.






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